El jugador con solo un brazo que gana los mates

El dominicano Hansel Enmanuel, amputado cuando tenía seis años, destaca ahora en el baloncesto

POR ROBERT ÁLVAREZ
TOMADO DE EL PAIS

BARCELONA, España: Es Hansel Enmanuel Donato y le llaman Kikimita, diminutivo del apodo de su padre. Nació en Santo Domingo hace 17 años, juega al baloncesto en el instituto Life Christian Academy de Florida y sueña en competir algún día en la NBA. Es un jugador especial. Cuando tenía seis años perdió el brazo izquierdo. Ocurrió cuando jugaba con sus amigos a un juego tradicional en Los Mina, uno de los barrios más pobres de Santo Domingo, y le cayó encima una pared de cemento. Los médicos tuvieron que amputarle el brazo por encima del codo.

Su padre, Hansel Salvador, jugaba al baloncesto en un equipo profesional. El grave accidente y la amputación del brazo no evitaron que Enmanuel siguiera sus pasos, y con un asombroso éxito a pesar de su limitación física. “Mi padre me inspiró. Siempre me llevaba a sus torneos. Yo jugaba al baloncesto desde los cinco años. Mis ídolos son Kevin Durant y LeBron James”, explica. Durante su primer año en el instituto ha promediado 26 puntos, 11 rebotes y 7 asistencias y el pasado fin de semana ganó un concurso de mates en City Palms, en Florida.

El accidente en el que perdió el brazo sucedió mientras su padre disputaba un partido callejero. “Mi vida se vino abajo. Yo era el que estaba con él y cuando tuvieron que amputarle el brazo, sentí que todo había terminado. Pero Dios nos agarró y nos condujo por este camino”, afirma ahora, orgulloso, Hansel Salvador.

Las secuelas fueron terribles. Enmanuel no solo perdió el brazo. “No quería hacer nada. No podía atarme los cordones, ni tomar un vaso de agua”, lamenta. Pero se fue recuperando, empezó a practicar y a destacar por su manejo del balón y su capacidad para anotar a pesar de que jugaba solo con el brazo derecho. Y tomó una firme convicción para seguir adelante: “La discapacidad no es nada, le pasa a cualquiera. Hay que seguir adelante y no rendirse nunca. Nunca mirar atrás. Es difícil recuperarse y es frustrante. Pero Dios y el sueño de ser como mi papá me inspiraron”.

Su padre, en primera instancia, no quería que su hijo siguiera jugando al baloncesto. “Temía que pudieran golpearle, que pudiera salir malparado y más cuando empezó a destacar y a jugar con jugadores de más edad y más hechos físicamente”, cuenta. Los vídeos sobre sus evoluciones se hicieron virales. Llamaron la atención, entre otros, de Moises Michael Cruz, uno de los entrenadores de la Life Christan Academy. “Hay muchos jugadores con dos manos y dos brazos que no pueden hacer todo lo que él está haciendo en la cancha”, asegura Cruz. Le propuso estudiar en el instituto y jugar en su equipo.

Kikimita medía 1,93 y tenía 16 años, cuando emigró a Florida en 2020. “Como era menor tuve que ir con él. Dice que será un NBA, pero solo espero que lo puedan ver y sé que va a llegar lejos por su gran dedicación”, manifestaba su progenitor Hansel Salvador hace dos años al periódico dominicano Listin Diario. Enmanuel mide ahora 1,96. Es un jugador explosivo, con una gran capacidad de salto, habilidoso y con buen manejo del balón. La fuerza de voluntad, la evolución como jugador y la capacidad para superar sus problemas con el inglés cambiaron la opinión y las reticencias iniciales de su padre. “Vas a llegar hasta donde tú quieras. No has mirado a lo que es una limitación. Una vez yo era tu ídolo, pero terminaste tú siendo mi ídolo, mi profesor, por ese deseo de vida. Sé que algún día me agradecerás lo fuerte y exigente que he sido contigo”, le dijo desde la distancia en un programa dominicano de televisión.

Kikimita recibió en agosto una propuesta para ser becado en la Universidad Tennessee State, de la máxima división de la (NCAA). “No me pongo límites, y cualquier cosa que digas que no puedo hacer... lo haré tres veces mejor”, desafía. Y concluye: “Yo quiero que la gente me vea como un gran jugador, talentoso como muchos. No por mi discapacidad”.

Fuente: El Faro del Sur

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