POR PRAEDE OLIVERO FELIZ
José Luís Ramírez Féliz (Borola), al declarar ante el Primer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional, en contra de su agresor Santiago Geovanny Castro, acusado de violar los artículos 2, 295 y 304 del Código Penal que tipifican la tentativa de homicidio y los artículos 66 y 67 de la ley 631-16 sobre control y regulación de armas, municiones y materiales relacionados, hizo unas afirmaciones inspiradas en Jesús, la semana santa y el acontecimiento que conmemoraremos el domingo de resurrección.
Dijo Borola: "Yo soy un ejemplo vivo de la resurrección de Jesús, ya que aquel sábado 13 de mayo del año 2017, yo morí al recibir dos disparos, uno en la cara que desprendió huesos, dientes, muelas y afecto la lengua, causando lesión permanente".
Agrego: "para rematarme me hizo un segundo disparo a la cabeza y como iba cayendo me impacto en un brazo, recuerdo las que pensé eran las últimas palabras que pronunciaría en esta vida, me han matado"
"Pero yo que acompañé a Monseñor Fabio Mamerto Rivas, Obispo de la Diócesis de Barahona, un fiel creyente en Dios, estoy aquí como un ejemplo vivo de resurrección, que sólo la misericordia de Dios permitió a su hijo y muy pocos humanos", agregó.
Citando a nuestro querido Papa Francisco, ofreció su perdón, pero clamando justicia contra su verdugo.
Este es un plano fáctico que casi nadie reseñara, pero yo lo destaco como elemento clave del proceso, que permitió la condena de un criminal desalmado, que no sólo atentó contra Borola, muchos directivitos y entrenadores de karate, sino contra el país, en la medida en que el karate es Patria.
Les prometo explicar el plano procesal del caso, que culminó con una condena de 20 años de prisión y que sólo la resurrección de Borola le le permitió contarlo.
Fuente: Ohelmis Sánchez [...]
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